domingo, 27 de septiembre de 2009

Niña errante: Cartas a Doris Dana. II

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Doris querida:
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[...] La única ambición que yo tengo hoy es la de tener una casa donde no me hiele. Pedir la calefacción, no anda porque yo sé que los patrones quieren ahorrarse eso. Procura tú, comprar un calentador para este cuarto nuestro. O llévame a lugar tibio. Yo no lo veo. ¿Florida? ¿Y qué hago allá solita y entregada sólo a mi niñito-fantasma y a algunas feministas? Dime lo que debo hacer; pero dímelo sin cólera. Y dime a la vez si, muerta yo, te serviría de algo esa casa de Florida, pequeña pero bonita... La compraríamos a nombre de las dos, naturalmente. Podríamos ensayar de ver Florida. Aunque me pone miedo aquello de los ciclones. ¿No es mejor, dear, Nueva Orleans para el frío?
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Pero si tú no quieres dejar tu casa, cómprame, repito, un calentador y quedamos aquí. Sé franca. Nunca lo eres con tu pobre indita. ¿Por qué?, ¿por qué? Dímelo, por favor. [...]Tu Gabriela tuya
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Gabriela
21 de Abril de 1949
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Preciosa,
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Vida mía, no sé qué debo decir sobre tus preguntas respecto a dónde podemos ir. Sobre todo quiero tu felicidad! No sé si de veras, tú podrías ser feliz en los Estados Unidos. Si tú regresas a Santa Bárbara o a otro lugar en EE.UU. tú vas a ser más feliz que antes -porque tú eres libre ahora de la maldad, la brujería venenosa de Coni [Saleva]- y tú tienes a mí. Yo tengo muchas faltas, chiquita, muchas faltas. Yo no soy nada. Soy un ser muy pobre para ti, pero, al pesar de esto, no tengo maldad, y, tal vez, tú puedes vivir conmigo una vida más alegre, y más segura (con más confianza).Te quiero -linda- y todas mis esperanzas viven en ti. ¡Cuídate para mí! ¡Come! ¡Duerme!Yo veo a retratos tuyos -yo leo otra vez tus cartas- y, para mí, todo el aire de Nueva York es lleno, lleno, lleno, de ti. Tú estás en mi sangre. No hay nada que pueda hacer sin ti, porque tú vivas conmigo. Y a cado rato yo pienso del edificio tan cerca, en lo cual he visto a tus ojos por primera vez, hace tres años. Nunca en mi vida puedo olvidar la conferencia famosa de Barnard. Nunca he olvidado esto.Duerme, duerme bien -te quiero- tú eres mi esperanza. Mañana voy a leer otra vez tus cartas, y voy a contestar las cosas que no he contestado hoy. Cuídate, para nosotros.Tu «amor mío», tu hijita que siempre te quiere, ¡¡para siempre!!
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[Doris]
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