domingo, 27 de septiembre de 2009

Niña errante: Cartas a Doris Dana. I

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“Tal vez fue locura muy grande entrar en esta pasión. Cuando examino los primeros hechos, yo sé que la culpa fue enteramente mía. Yo creí que lo que saltaba de tu mirada era amor y yo he visto después que tú miras así a mucha gente. Loco fui, insensato: como un niño,
Doris, como un niño”
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(GM a DD, 20 nov 1949, Veracruz).
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Yo sé bien que nadie, ninguna persona en este mundo, puede

Saber qué cosa es nuestra vida (excepto) nosotros mismos.

La bella vida nuestra es tan imperceptible, tan delicada, por llena

de imponderables, que casi no es posible verlas. Es posible solamente

vivirla, gracias a Dios.

Yo vivo en una especie de sueño, acordándome de todas las gracias

que me has hecho.

Y lo que vivo es una vida nueva, una vida que siempre yo he

buscado y nunca hallé. Es una cosa ella sacra y concentrada.

La vida sin ti es una cosa sin sangre, sin razón alguna. Tú eres

“mi casa”, mi hogar, tú misma. En ti mi centro.

( y el sólo quererte me purifica). Ella es el abandono, la confianza

Completa.

Yo sé que tú eres fiel como una piedra.

Mi memoria es ahora un mundo, se vuelve un Universo vasto y

completo. Y a la vez, incompleto, porque ha crecido tanto aunque

parecería que no pudiese crecer más.

Ay, amor grave y tan dulce, tan sin peso a la vez. ¡Alegría mía!

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21 de Abril de 1949
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Niña errante: Cartas a Doris Dana. II

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Doris querida:
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[...] La única ambición que yo tengo hoy es la de tener una casa donde no me hiele. Pedir la calefacción, no anda porque yo sé que los patrones quieren ahorrarse eso. Procura tú, comprar un calentador para este cuarto nuestro. O llévame a lugar tibio. Yo no lo veo. ¿Florida? ¿Y qué hago allá solita y entregada sólo a mi niñito-fantasma y a algunas feministas? Dime lo que debo hacer; pero dímelo sin cólera. Y dime a la vez si, muerta yo, te serviría de algo esa casa de Florida, pequeña pero bonita... La compraríamos a nombre de las dos, naturalmente. Podríamos ensayar de ver Florida. Aunque me pone miedo aquello de los ciclones. ¿No es mejor, dear, Nueva Orleans para el frío?
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Pero si tú no quieres dejar tu casa, cómprame, repito, un calentador y quedamos aquí. Sé franca. Nunca lo eres con tu pobre indita. ¿Por qué?, ¿por qué? Dímelo, por favor. [...]Tu Gabriela tuya
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Gabriela
21 de Abril de 1949
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Preciosa,
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Vida mía, no sé qué debo decir sobre tus preguntas respecto a dónde podemos ir. Sobre todo quiero tu felicidad! No sé si de veras, tú podrías ser feliz en los Estados Unidos. Si tú regresas a Santa Bárbara o a otro lugar en EE.UU. tú vas a ser más feliz que antes -porque tú eres libre ahora de la maldad, la brujería venenosa de Coni [Saleva]- y tú tienes a mí. Yo tengo muchas faltas, chiquita, muchas faltas. Yo no soy nada. Soy un ser muy pobre para ti, pero, al pesar de esto, no tengo maldad, y, tal vez, tú puedes vivir conmigo una vida más alegre, y más segura (con más confianza).Te quiero -linda- y todas mis esperanzas viven en ti. ¡Cuídate para mí! ¡Come! ¡Duerme!Yo veo a retratos tuyos -yo leo otra vez tus cartas- y, para mí, todo el aire de Nueva York es lleno, lleno, lleno, de ti. Tú estás en mi sangre. No hay nada que pueda hacer sin ti, porque tú vivas conmigo. Y a cado rato yo pienso del edificio tan cerca, en lo cual he visto a tus ojos por primera vez, hace tres años. Nunca en mi vida puedo olvidar la conferencia famosa de Barnard. Nunca he olvidado esto.Duerme, duerme bien -te quiero- tú eres mi esperanza. Mañana voy a leer otra vez tus cartas, y voy a contestar las cosas que no he contestado hoy. Cuídate, para nosotros.Tu «amor mío», tu hijita que siempre te quiere, ¡¡para siempre!!
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[Doris]
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Niña errante: Cartas a Doris Dana III

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Mi amor:

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Cuando veo el color de verde de la primavera, pienso «esto es especial, es sagrado para mí, esto color, porque quizás en esto momento mi amor ve el mismo color -y quizás ella siente las mismas emociones inexplicables, inefables y misteriosas- en esto momento. Yo veo una flor, y recuerdo de unas flores que tú me has dado, sin palabras, en nuestro coche, en San Juan de Cocomatepec. Y súbitamente, con esto recuerdo, toda [...] es una flor, ofrecido, dado por tu mano. Veo el cielo, recuerdo millones de cielos sobre la cabeza más querida en el mundo. Y pienso «este mismo cielo toca a la cabeza de mi querida», y yo mando a ti un beso, un toque tierno y apasionado por los nubes que pasan, que tal vez van a verte pronto en [...]. Y tengo celos de estos nubes que pueden verte más pronto que yo. Y el viento -el viento me abraza- y yo ruego al viento «abraza a ella para mí, haga que ella que es mi abrazo, tierno, y pasionado». Yo me pongo en el viento y en la lluvia tierna, para que estos, viento y lluvia, pueden abrazarte y besarte para mí.
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Doris Dana
24 de noviembre de 1949

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Doris Mía:
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A mi edad, se sabe una cosa que los jóvenes parecen ignorar: que es preciso vivir la dicha hasta que ella se va o se agota; que es estúpido abandonarla por lo que sea: negocios, cortesías familiares, turismo, etc. Que lo divino no se ha de romper, quebrar, postergar. Porque todo daña al amor, excepto él mismo. Todo es duro agrio e insípido, tonto y robado menos Él mismo. Todo es basura, desperdicio, chatez, vulgaridad, plebe, menos Él mismo.Ojalá si eso divino dura en ti, tú te aprendas esto. Es lo único que te falta entender. Tú entiendes de este mundo casi todo, Doris Mía, «fenomenito» en el «espíritu de sutileza».Procuro cuidarme para ti. Yo no tengo razón de vivir. Cuando llegaste, yo no tenía nada, parecía desnuda, y saqueada, paupérrima, anodina como las materias más plebeyas. La pobreza pura y el tedio y una viva repugnancia de vivir. Todo lo has mudado tú y espero que lo hayas visto. [...]
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Un abrazo tierno,
Gabriela
1954
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